Hay una frase bíblica que dice: “Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni escondido, que no haya de salir a la luz” y es así como poco a poco las autoridades van armado el rompecabezas de indicios para esclarecer el doble asesinato cometido el domingo por la mañana a sólo unos metros de la barda perimetral de la Novena Zona Militar.
A poco más de 24 horas aún permanece la imagen violenta ya arraigada en el imaginario colectivo de los culiacanenses donde se encontraba el cuerpo sin vida de María Cristina sobre el camellón del bulevar Jaime Torres Bodet, a centímetros de la coronilla de su cabeza estaba el cadáver de Jesús Humberto con un tiro en la cabeza.
Las investigaciones han arrojado que ambos vivían en la colonia 5 de Febrero, María Cristina falleció a consecuencia de un impacto por la espalda que le perforó uno de los pulmones y a pesar de que él o los asesinos utilizaron un arma de calibre chico, las balas eran expansivas y esto provocó más daño en la humanidad de las víctimas.
También las pesquisas han integrado la carpeta de investigación el hallazgo de casquillos percutidos en el interior de la camioneta donde viajaban las víctimas y un impacto de entrada y salida al exterior en la misma unidad, lo que hace suponer que el gatillero disparó desde adentro de la camioneta y por esa razón se presume que iba con ellos.
Los testigos que enmudecieron el día del doble crimen por temor a represalias o a cuestionamientos judiciales, poco a poco han ido hablando y entre los vecinos ya se han contado lo que a cada uno le tocó ver y vivir.
“Estaba ya amanecido, la camioneta duró un ratito parada allí, se me hizo raro porque estaba pegada a la guarnición del camellón, pero pues uno que vas a saber, luego escuché los balazos, no muy fuertes, más bien parecían cuetes y ya vi cómo estaba la muchacha tirada y gritando y luego el amigo se bajó y le pegó un balazo en la cabeza al muchacho que ya estaba tirado también”, señaló uno de los vecinos durante la charla.
Otro de los habitantes coincidió con la misma versión anterior, pero en ambos testimonios señalaron desconocer el rumbo de huida y las características del o los asesinos, ya que según ellos esas son palabras mayores y meterse en problemas con la autoridad de una ciudad que ya está acostumbrada a convivir con este tipo de situaciones.