Google admitió que “expertos del lenguaje” contratados por la firma escuchan aproximadamente el 0.2% de las conversaciones que los usuarios mantienen con su asistente virtual, lo que implica que una parte de esas interacciones no son completamente privadas.
La asunción habitual, y lo que a menudo reiteran las empresas que gestionan asistentes virtuales como Amazon, Samsung y Apple, además de Google, es que las conversaciones entre un usuario y su asistente son del todo privadas y que la interacción se produce exclusivamente mediante inteligencia artificial, es decir, que los únicos que “escuchan” al usuario son robots.
Google asegura que la finalidad de que algunas conversaciones son escuchadas por seres humanos es para mejorar la calidad del servicio. La revelación llegó de la mano del responsable de producto de búsquedas de la compañía californiana David Monsees, quien publicó una entrada en el blog oficial de Google como respuesta a una información aparecida este miércoles en la televisión belga VRT NWS, que pudo acceder a alrededor de un millar de grabaciones de individuos anónimos.
Las grabaciones fueron facilitadas a la televisión belga en lengua neerlandesa por uno de los “expertos” que Google había contratado en ese país para escuchar segmentos de las conversaciones y “comprender así las particularidades y acentos de cada idioma en específico”.
La firma, que ya ha anunciado que “tomará acciones” por la filtración al considerarla una “violación” de sus políticas de seguridad de datos, admitió contar con “expertos en todo el mundo” cuya función es escuchar y transcribir “una pequeña parte de los diálogos para ayudarnos a comprender mejor esos idiomas”.
Pese a ello, VRT NWS publicó que del alrededor de millar de fragmentos de voz a los que tuvo acceso (todos ellos en lengua neerlandesa), 153 eran conversaciones en las que nadie dio la orden de activación al asistente virtual, sino que este interpretó erróneamente un sonido.
Entre otras, el medio belga aseguró haber escuchado conversaciones en la cama, entre padres y sus hijos, llamadas profesionales, discusiones y escenas tanto de sexo como de violencia.