El Tren Maya, proyecto de infraestructura del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se suma al cúmulo de megaproyectos “impuestos” del sector inmobiliario, turístico, agroindustrial y energético que han despojado del territorio e identidad a los pueblos originarios de la Península, acusaron activistas mayas.
Acusaron que Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) ha “presionado” a los pobladores para que vendan sus tierras y ha “manipulado” en fiestas comunitarias sobre la idea del “tren que nos une”.
Sergio Madrid, miembro del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS), dijo que “hay un enorme malestar” y división en la región por la presión de Fonatur para comprar sus tierras.
“Es un proyecto de bienes raíces y especulación”, expuso durante la presentación de una herramienta cartografía de Geocomunes que permite observar el avance y daño de estas “inversiones violentas” a ecosistemas de la zona.
Por su parte la activista maya de Quintana Roo, Wilma Esquivel, dijo que Fonatur organiza festividades comunitarias para convencer y simula de que se escucha a los afectados. “Hay una lavada de coco muy grande y nos confronta”, afirmó.
El dirigente maya, Ángel Sulub de Quintana Roo, sentenció que el Tren Maya “viene a coronar esa serie de despojos a la Península de Yucatán”. Cuestionó cómo las comunidades de Quintana Roo pasaron a depender económicamente del turismo luego de que su actividad en las milpas fue desplazada por la política de acumulación de riquezas para empresas ajenas a su cultura maya.
En la península se han talado miles de hectáreas de árboles para instalar parques eólicos; las granjas de hasta 50 mil puercos canalizan la suciedad a sus cenotes sagrados; los menonitas han convertido en desierto a sus selvas altas y silenciado a sus aves para la siembra de soya transgénica con maquinaria; y el turismo verde que busca cenotes y sitios arqueológicos los ha expulsado de su propia tierra, señaló Pedro Uc, maya de Yucatán.