Mantenerse físicamente activo o volverse más activo durante la edad media y avanzada se asocia con un menor riesgo de muerte, independientemente de los niveles de actividad pasados las condiciones de salud actuales, sugiere un estudio del Reino Unido publicado por la revista ‘The BMJ’.
Según los investigadores, cumplir y mantener al menos las recomendaciones mínimas de salud pública (150 minutos por semana de actividad física de intensidad moderada) podría prevenir el 46% de las muertes asociadas con la inactividad física.
Estudios anteriores han relacionado la actividad física con un menor riesgo de muerte, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, pero pocos estudios han analizado cómo los cambios en la actividad física a lo largo del tiempo se asocian con el riesgo subsiguiente de muerte.
Entonces, para abordar esta brecha de conocimiento, los investigadores de la Unidad de Epidemiología de MRC en la Universidad de Cambridge analizaron cómo los cambios a largo plazo en la actividad física se asocian con el riesgo de muerte por todas las causas, cardiovasculares y por cáncer.
Utilizaron datos de 14 mil 599 hombres y mujeres de 40 a 79 años del estudio de investigación prospectiva europea sobre cáncer y nutrición en Norfolk (EPIC-Norfolk), que fueron reclutados entre 1993 y 1997.
La actividad física general incluyó la actividad en el trabajo (por ejemplo, trabajo de oficina sedentario, trabajo de pie, trabajo físico y manual pesado) y actividades de tiempo libre, como ciclismo, deportes y actividades recreativas.
Los resultados fueron similares en aquellos con y sin antecedentes de enfermedad cardiovascular y cáncer. Es más, en comparación con las personas constantemente inactivas, aquellos que se volvieron más activos con el tiempo tuvieron un menor riesgo de muerte por todas las causas, independientemente de los niveles de actividad anteriores.
Pero los beneficios fueron mayores para aquellos con altos niveles de actividad física que se volvieron aún más activos con el tiempo, con un riesgo 42% menor de mortalidad.
“Estos resultados son alentadores, especialmente para los adultos de mediana edad y adultos mayores con enfermedades cardiovasculares y cáncer, que aún pueden obtener beneficios sustanciales de longevidad al ser más activos, prestando más apoyo a los amplios beneficios para la salud pública de la actividad física”, escriben.
“Además de cambiar a la población para que cumpla con las recomendaciones mínimas de actividad física, los esfuerzos de salud pública también deben centrarse en el mantenimiento de los niveles de actividad física, previniendo específicamente las disminuciones en la vida media”, concluyen.