Desilusión entre víctimas de inundaciones de esa tormenta; solo recibieron colchones podridos.
Sentado frente a su casa, en la colonia Seis de Enero, el joven Antonio Obeso recuerda que hace un año creció y se desbordó el arroyo “El Piojo”, se llevó su auto compacto, el agua se metió a su casa, mojó todos sus muebles y se despertó porque el oleaje movía el colchón sobre el que estaba dormido.
Al otro lado de la ciudad, en el sector de Valle Alto, la señora Angelina Castro también mira su casa desde enfrente, recargada en su auto. El agua también se metió a su casa y le destruyó todos sus muebles. Dos casas frontales a la suya están abandonadas y otras dos de la misma calle “Hacienda del Valle” tienen el anuncio “Se vende”.
En el sector norte, en la colonia Agustina Ramírez, Reynaldo Rojas y su familia también tuvieron la misma mala experiencia. El nivel del agua subió más de medio metro, no tanto como en Valle Alto, donde alcanzó cerca del metro y medio, igual que en la Seis de Enero. Pero, igual, perdió sus muebles.
A un año de esa tragedia patrimonial, porque prácticamente perdieron todos sus muebles, también recuerdan que firmaron papeles y más papeles y sus nombres eran incluidos en diversas listas de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y de otras dependencias. Les dijeron que les entregarían diversos apoyos.
“Hasta me aprendí el número del nuevo teléfono que acaba de comprar, de tanto que me lo pedían”, dice Angelina Castro al momento de mostrar una sonrisa amarga para ilustrar que todo eso fue “dioquis”. Pasaron los días, las semanas y meses, y a un año de esa inundación, no le llegó ningún apoyo.