De acuerdo al centro de investigación espacial de Brasil (INPE), los incendios forestales han alcanzado este año un récord de 72 mil 843 en Brasil. Hay fuegos activos en varios lugares de la selva amazónica y crece la preocupación por la política ambiental del presidente derechista Jair Bolsonaro.
El INPE alertó que poco más de la mitad de los incendios registrados se sitúan en la Amazonia, la mayor selva tropical del mundo. Según los cálculos del organismo, de los focos de incendio registrados hasta el 18 de agosto, 38 mil 228, es decir el 52.5 por ciento, fueron detectados en estados de la Amazonia.
El estado más afectado, con 13 mil 641 focos, es el de Mato Grosso, que se extiende por gran parte de la Amazonia.
La extensión de los incendios en la región ha obligado a algunos estados amazónicos, como Amazonas y Acre, a declarar situación de emergencia o alerta ambiental debido a que la humareda multiplica las enfermedades respiratorias y afecta hasta el tránsito aéreo.
El pasado lunes parte de los estados de Mato Grosso do Sul y Paraná, así como Sao Paulo, la mayor ciudad del país, fueron afectados por la extensión de una intensa humareda procedente de los incendios y que prácticamente acortó el día debido al oscurecimiento prematuro.
De acuerdo con el INPE, los focos de incendio tan solo en la última semana han afectado 68 áreas protegidas por ser reservas ambientales o indígenas principalmente en la Amazonia.
El Parque Nacional de la Chapada dos Guimaraes, en Mato Grosso, ya perdió el 12 por ciento de su vegetación, mientras que la cobertura vegetal en la Reserva Indígena Parque do Araguaia, igualmente en el estado amazónico de Tocantins, ha sido diezmada por el fuego.
La organización no gubernamental Instituto de Pesquisa Ambiental de la Amazonia (Ipam), en un comunicado en el que se refirió al aumento de los incendios, asoció el crecimiento de los focos de fuego a la deforestación promovida por hacendados.
De acuerdo con la organización, los incendios provocados por agricultores y criadores de ganado pueden salir del control.
Desde que llegó al poder, el pasado 1 de enero, Bolsonaro ha propuesto un giro radical en política medioambiental, que pasa por la defensa de la explotación de la selva tropical, la legalización de la minería en las reservas indígenas y la reducción de la fiscalización en áreas protegidas.
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