Cada domingo, padres con hijos desaparecidos recorren las tumbas comunes del Panteón 21 de Marzo, orando por los no identificados
Una tumba une sus almas y sus sufrimientos. No saben quién está enterrado ahí, pero con el solo hecho de visitarla, mitigan un poco su dolor de no saber nada del ser que un día se perdió y que hasta la fecha no saben dónde está.
Son padres con hijos desaparecidos que domingo a domingo visitan el Panteón 21 de Marzo, donde están sepultados 627 cuerpos o restos de personas no identificadas en los últimos 10 años, y que nadie, o por lo menos casi nadie, ni por curiosidad se acerca a esas cruces rústicas, mal hechas, sin nombre algunas, solo con las tres letras del abecedario y fechas garabateadas, no más, ni siquiera un pequeño montículo de tierra.
Al llegar, a un costado del panteón, se pueden observar cientos de tumbas olvidadas, sin alguna identificación; hasta ahí llega el manejo final de restos humanos que son depositados en panteones oficiales, pero que de acuerdo con números que tienen las cruces, en un momento dado, después de estudios genéticos pudiera ser rescatado algún cadáver por sus familiares.